Contando ovejas: "Ya pasó la Nochebuena"

Este fin de semana vivimos los “días estrella” de las vacaciones de Navidad. Previamente, las cenas de empresa y prácticas similares ya habían animado el ambiente, pero el acabose se produjo ya durante este fin de semana: gente reuniéndose con los familiares y saliendo, posteriormente, a beber alcohol hasta que el cuerpo aguantara donde fuera… definitivamente, la costumbre de reunirse y celebrar algo ha sustituido el verdadero significado de la Navidad.

No deja de ser curioso que en estos días veamos a más de un memo laicista, empeñado en exterminar todo aquello que suene a catolicismo, cantando villancicos, deseando una feliz Navidad a sus conocidos por las redes sociales o, simplemente, regalando y recibiendo regalos. ¡Y todo ello gracias a la tradición de una religión a la que odia!
Mientras tanto, aquellos que verdaderamente comprendemos el significado de estas fechas hemos cenado con la familia, asistido a la Misa del Gallo y reflexionado, aunque sea mínimamente, sobre la Palabra de Dios.

Únicamente he esperado estos días con la intención de cumplir mis obligaciones con la doctrina católica. Nada más. El derroche materialista, el Papa Noel y los gorros de reno me resultan completamente indiferentes. Si en los balcones se colgaran muñecos de esos carboneros vascos o gallegos que, en la mitología de algunas regiones españoles, traen juguetes a los niños… podría entenderlo. Pero las imposiciones materialistas del Imperio Yankee, vacías de significado, no.

Espero que mis lectores hayan tenido una feliz Navidad. Yo, por mi parte, no me puedo quejar porque ha sido como me esperaba.



Gabriel García