Llevamos años viéndoles aparecer en los medios, restregándonos en la cara su elevado y prestigioso estilo de vida, sobre todo para Nochebuena, las vacaciones de verano y el comienzo del curso escolar. Por si alguien no me entiende, me refiero a la Familia Real.
Pese a todo lo que se haya dicho de ellos o al malestar que cause en el pueblo llano el hecho de que vivan mantenidos por los españoles, el actual Jefe de Estado causa una gran simpatía entre muchas personas… es lo que tiene ser el adalid de la “libertad” y la “democracia”, pese a haber sido puesto en el cargo por aquel señor del que casi todo el mundo echa pestes.
Se podría decir que la noticia de esta última semana ha sido la publicación de los trapos sucios del yernísimo Iñaki Urdangarín, que utilizaba una fundación de ayuda a niños discapacitados para desviar fondos. El suceso ha sido el detonante de una nueva campaña emprendida contra la monarquía como institución.
Personalmente, considero que la monarquía ya no tiene sentido en la España de hoy, especialmente por razones históricas (el daño provocado por la casa de Borbón a la nación española a lo largo de los dos últimos siglos ha sido muy grande). No obstante, lo más curioso de todo el asunto es que algunos arremetan contra la Familia Real porque estén implicados (algunos de sus miembros) en casos de corrupción, más que por la poca utilidad que la institución monárquica presta hoy a España.
Tengo muy poca fe en la posibilidad de que al yernísimo se le juzgue como al español de a pie y que pague por sus infracciones de la ley. Y, por supuesto, tampoco veo posibilidades reales de que se busquen un trabajo honrado a costa de su sacrificio y sus méritos.
Ahora bien, de una cosa me he dado cuenta: este asunto de la Familia Real ha sido hábilmente utilizado por los medios para desviar la atención del populacho sobre la actualidad política. Es como si ya no hubiera diputados de Amaiur en el Congreso o como si no supiéramos que Zapatero se embolsará una millonada por haber desempeñado un cargo mediante el cual ha arruinado a un país entero.
Gabriel García
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