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miércoles, 23 de marzo de 2011

FE-La Falange continúa denunciando la hipocresía de los gobiernos occidentales en la guerra de Libia.

El África negra se desangra en conflictos inhumanos. Los dictadores que ordenan matanzas, limpiezas étnicas y rafias han estudiado en las mejores escuelas de Occidente. Sus cuentas, colmadas de millones gracias a sus amigos europeos y yankees, no dejan de generar intereses en los bancos suizos. Y nadie hace nada.



Sin irnos tan lejos: el tirano de Marruecos masacra a los saharauis y oprime a su pueblo en un régimen feudal. Es un semidiós que tiene siervos y no ciudadanos, con socios y amigos de tanto postín y poderío económico como su “tío”, el monarca español. Y nadie se moja.

Podríamos pasar horas poniendo ejemplos de países en guerra abierta. Son muchos los perros sedientos de sangre que, desde el Caribe hasta el Mar Amarillo, hunden en la miseria y el dolor a sus pueblos bajo la bandera del socialismo. Nadie mueve un dedo.

Cabría aquí preguntarse por qué en otros casos la comunidad internacional es tan expeditiva como en el que nos ocupa ahora: Libia. Como en su momento en Irak, la respuesta todos la sabemos. Los intereses de diverso tipo y en concreto el petróleo marcan la diferencia entre la indolencia de la mayoría de ocasiones y la diligencia y premura en estas.

La democracia se convierte en la excusa convertida en un valor absoluto, divinizada para quien esté dispuesto a morder un anzuelo tan burdo. La mentira de la ayuda al débil y la demagogia del auxilio al pueblo desamparado están diseñadas para débiles mentales.

La intervención internacional en Libia es inaceptable por completo. La Falange la rechaza con toda contundencia porque además se trata de una indignidad rodeada de hipocresía y mentiras. Es una muestra más del orden internacional mundialista bajo el que vivimos, injusto intrínsecamente porque se reduce a una relación de fuertes contra débiles, de explotadores contra explotados. No cuentan para nada la identidad y las peculiaridades de los diferentes países, su dignidad e integridad o su independencia.

En este sucio juego de intereses la víctima es ahora el pueblo libio, al que democratizan a bombazos en vez de con urnas y papeletas. Y la cabeza de turco es su líder, Gadafi. Ni más ni menos que el mejor socio de Berlusconi, el hombre que toma de la mano a Zapatero después de haber agasajado a Aznar con un caballo. No hace falta explicar que este al que hoy llaman tirano y al que acusan de crímenes horrendos era hasta hace poco uno de los mejores amigos y valedores de los que hoy le lanzan bombas.

Desde La Falange denunciamos la dolorosa hipocresía que envuelve esta intervención armada que en realidad obedece al interés francés por abrirse un camino hacia el Chad o al anglo-americano de controlar más y mejor el trafico de oro negro.

No podemos aceptar que España participe en una guerra que es injusta y rechazable. Sin embargo sabemos que, por la mediocridad del sistema y sus gobiernos, nuestro papel internacional es tan ridículo que estamos obligados a seguir como corderos a quienes marcan el paso.

Exigimos por lo tanto que España recobre la dignidad, la independencia y el cuidado de nuestros propios intereses. Recuperemos en el plano internacional el papel que una gran nación como la nuestra debería tener. No es bueno, lógico ni aconsejable que participemos de forma voluntaria e innecesaria, por puro seguidismo, en un ataque que es injusto y que además se dirige contra en que fuera uno de nuestros buenos amigos.

La Falange denuncia el riesgo real y muy grave que corren nuestros militares en una situación de guerra abierta y con fuego real. Ello iría en su condición de militares e incluso sería un honor si no fuera porque luchan por intereses ajenos por completo a su patria.

Es necesario que se tome conciencia cierta de su situación y que no se engañe a los españoles con eufemismos ni deformaciones. Estamos en guerra. Y es también necesario que nuestros militares, una vez metidos en esta intervención absurda e injusta por disciplina, tengan el respaldo de su país y de su gobierno.

Deben saber que en la guerra hay que actuar con decisión y contundencia y que están respaldados política y moralmente, que no volverán a sufrir una desvergüenza como su retirada de Afganistán para que alguien del PSOE se haga la foto con una ramita de olivo.



Fuente: Web de FE-La Falange (www.lafalange.org)

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