¡A la conquista del Estado!. - La Nación Digital

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lunes, 14 de marzo de 2011

¡A la conquista del Estado!.


“Un grupo compacto de españoles jóvenes se dispone hoy a intervenir en la acción política de un modo intenso y eficaz. No invocan para ello otros títulos que el de una noble y tenacísima preocupación por las cuestiones vitales que afectan a su país. Y, desde luego, la garantía de que representan la voz de estos tiempos, y de que es la suya una conducta política nacida de cara a las dificultades actuales. Nadie podrá eludir la afirmación de que España atraviesa hoy una crisis política, social y económica, tan honda, que reclama ser afrontada y resuelta con el máximo coraje. Ni pesimismos ni fugas desertoras deben tolerarse ante ella. Todo español que no consiga situarse con la debida grandeza ante los hechos que se avecinan, está obligado a desalojar las primeras líneas y permitir que las ocupen falanges animosas y firmes”.

Muchos podrán creer, al leer las líneas de arriba, que se hace referencia a la España de 2011. Seguro que los defensores de la “memoria histórica” andan diciendo que no debemos de preocuparnos por lo que pone, que lo importante no es la crisis política, social y económica, sino los muertos de la Guerra Civil (que para ellos son solo los del bando republicano) que todavía siguen en paradero desconocido. Se equivocan…y mucho.
Esas líneas nos remontan a la España de 1931. Nos llevan al comienzo de todo, tanto de sus revanchas particulares como de mis planteamientos políticos. Solo unas simples líneas van a llevarnos hasta el origen de todo lo que pasa hoy.

Aquella era una España indecisa, temerosa del futuro (¿a que nos recuerda esto?).
La monarquía pendía de un delgado hilo tras haber retirado su apoyo al general Miguel Primo de Rivera, el único hombre capaz de mantener a los Borbones en el trono ante la penosa situación que vivía España.
Frente a la debilidad del gobierno, que confiaba en retornar a la situación de 1923 (la del caciquismo y los pucherazos electorales), se alzaban fuerzas políticas de izquierda de toda índole (liberales progresistas, socialistas y comunistas), cuyo objetivo era alcanzar un poder que les negaban las fuerzas conservadoras aliadas de la monarquía borbónica. Además de los sectores conservadores, la monarquía contaba con el apoyo explícito de la Iglesia católica, temerosa del sentimiento antirreligioso que encarnaban (y continúan haciendo) las izquierdas de toda índole.
Frente a las políticas convencionales, se erguían movimientos alternativos a la izquierda y a la derecha: el anarquismo y el “fascismo”.
Un reducido grupo de españoles, ante la utopía y poca credibilidad que suponía el anarquismo, vio en ese movimiento extranjero llamado fascismo un ejemplo a seguir a la hora de dar vida a un nuevo movimiento que exaltara lo mejor de España.
Liderados por Ramiro Ledesma Ramos (una de las mentes más prometedoras de España y el discípulo más avanzado del gran filósofo español José Ortega y Gasset) se pusieron, como se dice coloquialmente, manos a la obra.

El 14 de Marzo de 1931 veía la luz “La conquista del Estado”, el órgano informativo donde Ramiro Ledesma y sus colaboradores comenzaron a difundir sus ideas políticas, que con el paso de los meses darían lugar al nacimiento de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas (JONS), la primera formación política española que defendía lo social y lo nacional desde un punto de vista revolucionario.
Tomando como pioneros ideológicos al fascismo italiano y al creciente nacionalsocialismo alemán, Ramiro Ledesma y su equipo de colaboradores decidieron crear un movimiento político que aglutinara a las juventudes españolas en la búsqueda de una nueva España, con una nueva visión de la vida, de la política y del Estado. El nuevo movimiento no podía ser uno de tantos del pasado. Tenía que ser algo nuevo y que rompiera con lo establecido hasta aquel momento.
Aquel grupo de jóvenes lo tenía muy claro: el sistema liberal burgués era débil y no podía hacer frente al avance del comunismo, por otra parte, detestaban la mentalidad materialista del marxismo, base ideológica del comunismo.
Las juventudes españolas necesitaban de un nuevo movimiento en el que dar rienda suelta a sus pasiones. Pedían a gritos una nueva sociedad, exigían la justicia social como la solución a los problemas que arrastraba España desde hacía demasiado tiempo.

Como el gran discípulo de Ortega que era, Ramiro Ledesma conocía muy bien los problemas nacionales de España: los nacionalismo periféricos, los partidos políticos y la lucha de clases que impedía que el poder fuera ostentado por una minoría en la que se encontraran los mejor preparados para tener el poder.
A la misma conclusión llegó José Antonio Primo de Rivera, es por eso que siempre insisto en ello: José Ortega y Gasset, aunque no compartiera la doctrina del nacionalsindicalismo, podría considerarse uno de sus precursores, ya que señaló cuales eran los problemas de España, en lo que falló Ortega fue en los métodos a emplear para solucionarlos (tal y como le reprochó Ramiro Ledesma, el liberalismo era algo anticuado incapaz de hacer frente a los problemas de la época).

El ideario político de “La conquista del Estado” quedó muy claro desde el primer número, en el que resumían sus ideas en unos breves apartados:
- Supremacía del Estado: el Estado propuesto era un Estado creador y ostentador de toda la soberanía, por encima de individuos y clases sociales, a quien la realización de todos los valores de índole política, cultural y económica. Ramiro Ledesma consideraba que el Estado era el encargado de conseguir la convivencia del pueblo, por eso consideraba que nada podía estar por encima. En este punto se puede apreciar una gran influencia del fascismo italiano, tal y como aparece en “La doctrina del fascismo”: “El concepto fascista del Estado lo abarca todo; fuera de él no pueden existir valores humanos o espirituales, mucho menos tener valor. Así entendido, el fascismo es totalitario, y el Estado fascista -una síntesis y una unidad inclusiva de todo valor- interpreta, desarrolla y potencia la vida entera de un pueblo”.
- Afirmación nacional: Ramiro Ledesma y sus camaradas afirmaban hacerse responsables de la Historia de España, reafirmando los afanes imperiales del pueblo español y llamando a la búsqueda de las pasiones humanas que habían movido a los hombres desde siempre a la hora de llevar a cabo grandes logros. Este apartado terminaba así: “El sentido nacional y social de nuestro pueblo –pueblo ecuménico, católico- será éste: ¡El mundo necesita de nosotros, y nosotros debemos estar en nuestro puesto!”.
- Exaltación universitaria: “Sin cultura no hay tensión del espíritu, como sin ciencia no hay técnica. La grandeza intelectual y la preeminencia económica son imposibles sin una Universidad investigadora y antiburocrática”. Para los fundadores de “La conquista del Estado”, la Universidad era un órgano supremo y creador de valores culturales y científicos.
Recordar esto vendría bien a algunos que andan diciendo que Ramiro Ledesma, José Antonio Primo de Rivera y todos los nacionalsindicalistas odiaban todo lo relacionado con la cultura (normalmente, después de soltar esas mentiras, suelen elogiar la gran cantidad de “intelectuales” que eran socialistas o comunistas…desde un punto de vista totalmente ideolocéntrico, es normal que salgan tantos poetas y escritores de izquierdas).
El objetivo de Ramiro Ledesma está claro: una juventud revolucionaria, formada y con una visión nacional de la vida.
- Articulación comarcal de España: la división geográfica se dividiría en municipios y provincias, subordinados al Estado. En palabras de Ramiro Ledesma: “Ahí está la magna tradición española de las ciudades, villas y pueblos como organismos vivos y fecundos. No hay posibilidad de triunfo económico ni de eficacia administrativa sin esa autonomía a que aludimos”.
- Estructura sindical de la economía: “El nuevo Estado impondrá la estructuración sindical de la economía, que salve la eficacia industrial, pero destruya las "supremacías morbosas" de toda índole que hoy existen”.
“Queda todavía aún más por hacer en pro de una auténtica y fructífera economía española, y es que el nuevo Estado torcerá el cuello al pavoroso y tremendo problema agrario que hoy existe. Mediante la expropiación de los terratenientes. Las tierras expropiadas, una vez que se nacionalicen, no deben ser repartidas, pues esto equivaldría a la vieja y funesta solución liberal, sino cedidas a los campesinos mismos, para que las cultiven por sí, bajo la intervención de las entidades municipales autónomas, y con tendencia a la explotación comunal o cooperativista”.
Frecuentemente escuchamos elogios por parte de los de la “memoria histórica” hacia la reforma agraria que supuestamente llevó (o quiso llevar) a cabo el gobierno de coalición republicano-socialista y más tarde el del Frente Popular. Como denunció José Antonio Primo de Rivera, esa reforma tan solo se llevó a cabo en los ministerios, creando cargos y luciendo los políticos unos lujosos coches (¿a que nos vuelve a recordar esto?).
Pero antes de que lo hiciera José Antonio, Ramiro Ledesma ya hablaba de expropiar a los terratenientes, y en unas condiciones que nada tenían que envidiar a aquellas que proponían los socialistas y los comunistas y que hoy son tan elogiadas.
- Organización: Ramiro Ledesma terminaba llamando a la creación de grupos de jóvenes dispuestos a cambiar las cosas por la vía revolucionaria.
Como se ha hecho de siempre, al enemigo político hay que derrotarle utilizando sus propios métodos. En aquella época, existía la posibilidad de que los marxistas se hicieran con el poder mediante la violencia revolucionaria, ante la impasibilidad de los liberales. Es por eso que los artículos de Ramiro Ledesma llamaban a emplear esos métodos.

Han pasado ochenta años ya. Ochenta años de problemas y sin soluciones. Ochenta años entre los cuales hubo un momento en el que se pudieron cambiar las cosas.
El fracaso del liberalismo como sistema político, económico y social es más que evidente. ¿Vamos a tener que seguir conformándonos con lo “menos malo” o vamos a intentar que la mentalidad de nuestro pueblo cambie para conseguir una nueva España?.
Este 14 de Marzo no debe de convertirse en un día de añoranza, sino que se le debe dar un sentido reivindicatorio. Creo que utilizar su mensaje como reivindicación política es el mejor homenaje que se le puede hacer a Ramiro Ledesma y a los demás fundadores de “La conquista del Estado” en el día de hoy.

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