El Papa Benedicto XVI ha expresado su júbilo por la beatificación ayer en Madrid de 22 religiosos de la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada y de un seglar, asesinados en 1936 por "el solo hecho de ser acérrimos testimonios del Evangelio".
El pontífice manifestó que espera que "su sacrificio traiga todavía muchos frutos de conversión y reconciliación", durante el tradicional rezo del Ángelus dominical desde la plaza de San Pedro del Vaticano ante varios miles de fieles.
Además, afirmó su deseo de que "el testimonio de fe y caridad que dieron en su martirio pueda servir de estímulo para dedicar nuestra vida al servicio de Dios y de los hermanos".
Durante su saludo a los peregrinos de lengua española, Benedicto XVI recordó además cómo la liturgia de este último domingo de adviento, cuando faltan pocos días para Navidad, "invita a dirigir nuestros ojos a la Virgen María. Que ella nos ayude a intensificar nuestra preparación espiritual, para disponer nuestro corazón al nacimiento del Hijo de Dios",
El cardenal Angelo Amato presidió ayer en la catedral de La Almudena de Madrid la beatificación del sacerdote de la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, Francisco Esteban Lacal, y de veintiún compañeros religiosos, así como del seglar y padre de familia Cándido Castán.
Amato explicó, durante la ceremonia de beatificación, que a los cuatro días del estallido de la Guerra Civil, el colegio de los Oblatos en Pozuelo de Alarcón fue ocupado y todos los religiosos fueron detenidos sin interroatorios, sin procesos, sin pruebas y sin posibilidad de defenderse.
De los veintitrés mártires, ocho fueron asesinados al día siguiente de la detención y los otros quince soportaron "un vía crucis de terror, refugio clandestino, riesgo de ser descubiertos, arresto, cárcel, burlas, humillaciones, mutilaciones y muerte", agregó el cardenal.
Fuente: La Gaceta (www.intereconomia.com)
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