Pocas veces se habrán ido los aficionados del Rayo tan satisfechos tras ver perder a su equipo. El conjunto vallecano ha salido derrotado del Calderón tras ser superior en juego y ocasiones, pero demostrando que eso de lo que se habla tanto últimamente, la pegada de los grandes, es un factor desequilibrante. El Atlético se llevó el otro 'derbi de la capital' dejando, cuanto menos, algunas dudas.
Los de Manzano mataron el choque en dos arranques de genialidad puntuales de Falcao y Diego respectivamente. Algo que no basta para un conjunto como el Atlético y menos en su campo. Así se lo hizo saber el Calderón en diversos momentos, el más claro de ellos cuando Manzano retiró a Reyes, que salió ovacionado.
El Atlético de Madrid comenzó el encuentro con ímpetu desmesurado, como un perro rabioso. Parecía que hubiera comenzado el encuentro con desventaja en el marcador y quedaran sólo cinco minutos de partido. Mucho esfuerzo pero sin raciocinio. Todo lo contrario que el Rayo, perro viejo, mejor plantado en el campo, con la intensidad necesaria pero sin precipitaciones impropias de esos primeros compases.
El conjunto de Vallecas, fiel a su estilo, pronto hizo olvidar a todos que se trataba de un recién ascendido. Se hizo con le mando del encuentro y buscó siempre la portería rival con un juego directo pero con cabeza. Cada pase tenía un sentido, cada carrera un objetivo, no regalaba balones ni esfuerzos gratuitos. Lass por la banda derecha estaba siendo una pesadilla para Filipe, que rara vez conseguía parar al guineano. Michu y Tamudo estaban sacando las vergüenzas a los centrales colchoneros, siempre ganándoles la espalda. El único pero era la previsibilidad del juego rayista, que tenía abandonado a Piti en la izquierda.
Pronto esa superioridad se transformó en ocasiones para los visitantes. Hasta tres buenas aproximaciones en los primeros quince minutos que no pudieron aprovechar, lo que sacó a relucir otro de los detalles que podían decidir el choque. La pegada. El Atlético por su parte se encontraba perdido, y lo que es peor, así lo percibía el Calderón. Diego no había dado señales de vida, Reyes sólo algún detalle y Falcao, un islote, habría necesitado la fuerza de Sócrates (DEP) y la clase de Maradona para hacer algo entre tanto rayista. A los 20 minutos, primeros pitos del respetable. Sintomático.
Esas críticas debieron sentar bien a los jugadores locales. A continuación llegaron los mejores minutos del Atlético, que pareció despertar gracias a una clara ocasión de Falcao. El colombiano por fin recibió un balón donde puede hacer daño, controló con el pecho y antes de que el Calderón pudiera contener el aliento se sacó un remate con la zurda al cuerpo de Cobeño. El Tigre tampoco es infalible, pero no descansa. Sólo dos minutos después se deshace de un defensa en la frontal con un quiebro de cintura, de los que no requieren ni tocar el balón, se va hacia el centro y se saca de la chistera un pase al espacio a Gabi impropio de un delantero nato. La definición del centrocampista no desmereció. Vaselina que supera a Cobeño y sobre la línea de gol a Tito. Un instante de brillantez sirvió al Atlético para ponerse por delante.
Por fortuna el Rayo no es de los que se rinden ante la primera negativa. Los de Sandoval no cambiaron un ápice su estilo. Javi Fuego y Movilla ganaban la batalla en el centro del campo y el Atlético volvió a su versión rácana. Llegaron las mejores ocasiones para el Rayo, y una vez más se vio dónde estaba la diferencia entre unos y otros. Pasada la media hora, en un intervalo de cuatro minutos los franjirrojos pudieron conseguir el empate, pero pagaron la falta de puntería. Primero Michu, tras un jugadón de Casado por la izquierda, y luego Tamudo, que cabeceó completamente sólo dentro del área, pudieron igualar en choque.
Aparece Diego y el Calderón apoya a Reyes
En la segunda mitad Manzano mostró su descontento con lo que estaba ocurriendo pese a la victoria momentánea. Koke, del que nada se supo, se quedó en el vestuario y en su lugar entró Pizzi. El portugués, partiendo desde la derecha, pronto se mostró, al menos, muchos más participativo que el canterano.
Según avanzó la segunda mitad el Rayo fue perdiendo progresivamente la precisión y la paciencia que había demostrado en la primera parte. El Atlético por su parte seguía sin saber si jugaba a la contra o a dominar, si iba a matar el choque o a que no le empataran. Diego se perdía en individualidades y los detalles Reyes casi siempre eran frenados en faltas de las que poco provecho se sacaba. Y ahí seguía Falcao en su papel de Rey Midas, intentando convertir en oro jugadas de hojalata. Otra vez pitos intermitentes.
Cuando arreciaba el descontento Manzano volvió a mover el banquillo. Reyes abandonó el campo mientras el Calderón coreaba su nombre y le ovacionaba. En su lugar entró Salvio, y cuando el utrerano la grada terminó de decantarse. El '¡Manzano vete ya!' comenzó a escucharse. En el Rayo Sandoval dio entrada a Dani Pacheco por Tito.
El ambiente se enrarecía cada vez más según pasaban los minutos. El Rayo no mordía pero era quien más rondaba el área rival. Parecía que la mañana de Manzano podía ir a peor, hasta que llegó el segundo instante de brillantez del Atlético. El Rayo descubrió, si no lo sabía, que Diego es uno de esos genios que puede pasar un partido entero desapercibido y romperlo en una sola acción. El brasileño dio a un siempre presto Falcao el segundo tanto colchonero.
En otras circunstancias se habría podido decir que el tanto del colombiano era la sentencia. Y eso parecía, pero el Atlético es un enigma indescifrable y estando de por medio cualquier cosa puede ocurrir. Diez minutos después del gol el Rayo estuvo a punto de acortar distancias. Y lo habría hecho de no ser por una fantástica intervención de Asenjo, que se sacó una mano milagrosa a disparo de Michu, que recibió escandalosamente solo en la frontal.
Esa fue la última ocasión de verdadero peligro del Rayo Vallecano, que poco a poco fue capitulando y aceptando una derrota que les estaría costando explicarse. Poco después de la ocasión de Michu tuvo la suya Filipe en el área contraria. Con todo a favor, tras jugada de Pizzi, disparó al muñeco y Cobeño evitaba el tercero.
El partido se animó durante los últimos minutos. Con el Rayo entregado llegó el tercero del Atlético en el descuento, obra de Salvio al rematar desde el área pequeña un buen centro desde la izquierda. El resultado era demasiado abultado para lo visto sobre el césped y lo arregló Piti, que dejó de piedra a Domínguez y cuyo tiro fue desviado por Gabi al fondo de la portería.
Fuente: AS (www.as.com)
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