El Baúl de la Historia: "LA CONQUISTA DE LA PENÍNSULA ITÁLICA Y EL MEDITERRÁNEO (PARTE I)". - La Nación Digital

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miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Baúl de la Historia: "LA CONQUISTA DE LA PENÍNSULA ITÁLICA Y EL MEDITERRÁNEO (PARTE I)".

Los romanos se vieron asediados por los etruscos, quienes no querían perder su poder en el territorio del Lacio, pero finalmente los romanos pudieron derrotar a los etruscos y a otros pueblos latinos que se habían aliado con éstos para ir contra Roma.


Tras esto, Roma empezó su expansión territorial, estableciendo su dominio en la Italia central mediante alianzas o por la fuerza, anexándose varios pueblos y la ciudad de Veis, con la cual había mantenido numerosas guerras. Tras haber establecido su hegemonía en dicho territorio, los galos invadieron la nueva y creciente ciudad reformando su estructura militar. Ésta invasión desembocó en una guerra entre varios pueblos, terminando con la derrota de los galos y con la nueva hegemonía romana en la Italia central.
En la segunda mitad del siglo IV a. C., Roma tenía dos enemigos principales a los que combatir: los samnitas y las ciudades de la Magna Grecia, colonias griegas establecidas en el sur de Italia. Libraron tres guerras con los samnitas, derrotándolos, lo que les permitió llegar a las colonias de la Magna Grecia. Viéndose amenazados, la rica ciudad de Tarento pidió ayuda al rey Pirros de Grecia con el objetivo de defender los intereses griegos amenazados por la ciudad romana. Pirros se dirigió hacia Italia con un avanzado ejército, derrotando a los romanos en varias batallas, aunque con un gran número de bajas en su ejército. Finalmente, los griegos fueron derrotados por los romanos en Heraclea de Lucania en 280 a. C.

Así fue como en el Mediterráneo quedaron dos potencias principales: Roma, en la Península Itálica, y Cartago en África, las cuales entraron en conflicto por la conquista de la rica ciudad de Sicilia.


Paralelamente, mientras se iniciaban y continuaban las conquistas, en Roma surgieron una serie de conflictos internos entre los patricios, miembros de las familias primitivas que fundaron Roma y quienes tenían a su disposición varios organismos políticos y sociales, y los plebeyos. Éstos últimos no podían acceder a ningún cargo público ni representarse a sí mismos de ninguna forma, por ello, se revelaron y decidieron agruparse en el Monte Sacro con el objetivo de fundar una nueva ciudad. Los patricios reaccionaron a eso nombrando a magistrados especiales encargados de velar por los intereses de los plebeyos, quienes recibieron el nombre de tribunos de la plebe. Gracias a ello consiguieron nuevas leyes, como por ejemplo la conocida Ley de las XII Tablas en 450 a. C., donde se establecían bases para igualar los derechos entre patricios y plebeyos.

Tras establecer el control en la Península Itálica, decidieron expandirse por el mar Mediterráneo, convirtiéndose en la ciudad más importante.
Tras ocho años después de haber conseguido el dominio de la Península Itálica, surgió un conflicto exterior conocido como Guerras Púnicas, enfrentando a romanos contra cartagineses. En el año 264 a. C. se inició la Primera Guerra Púnica, que duró hasta el año 241 a. C. Esta primera guerra se
inició después de que Mesana pidiera ayuda a Roma para luchar contra los cartagineses; éstos vencieron a los cartagineses desarrollando una flota y técnicas marinas, pues los cartagineses tenían muy buen dominio del mar, a diferencia de los romanos, que tenían muy buen dominio sobre los ejércitos de a pie.
Tras la derrota de los cartagineses, éstos fueron expulsados de Sicilia, Córcega y Cerdeña, pasando a formar parte del territorio romano y convirtiéndose en las primeras provincias romanas, administradas directamente por Roma.


Después de 30 años de consolidación de las instituciones republicanas romanas y manteniendo sus territorios del norte ante una nueva ofensiva de los galos, los cartagineses decidieron expandirse hacia Hispania para compensar las pérdidas territoriales tras la I Guerra Púnica, estableciéndose en muchas ciudades del sur bajo el comando de Amílcar Barca. Debido al Asedio de Sagunto en 219 a. C., ciudad que tenía pacto de protección con Roma, se inició la II Guerra Púnica, que tuvo como gran protagonista a Aníbal, hijo de Amílcar Barca, quien derrotó a los romanos varias veces pero que, finalmente, fue derrotado en la Batalla de Zama en el año 202 a. C. Con la firma de paz, los cartagineses tuvieron que liberar su flota y los elefantes, abandonar los territorios que se encontraban fuera del continente africano y pagar una elevada cantidad de dinero en concepto de reparaciones de guerra. Pocos años después, y viendo que Cartago se había recuperado económicamente muy rápido, el Senado romano mandó un ejército comandado por Publio Cornelio Escipión Emiliano, quien derrotó finalmente la ciudad africana poniendo fin a las largas guerras púnicas.



Helena López

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