Mientras, la naciente prensa sensacionalista estadounidense clamaba por la guerra, refiriéndose a España directamente como <
Estados Unidos, que desde el principio había mantenido contactos con los rebeldes independentistas cubanos, tenía toda la operación preparada. Las tropas americanas desembarcaron en la isla, y aunque les era muy difícil el avance, la situación tornó favorable a los yankees cuando la armada española enviada fue casi totalmente destruída. En la batalla naval de Santiago de Cuba, los buques españoles fueron totalmente aplastados por una indiscutible superioridad norteamericana. Hay quien dice que si se hubiese patrocinado mejor en su momento a Isaac Peral, español inventor del submarino, España podría haber ganado la guerra a EEUU, ya que con un solo submarino bastaría para hacer trizas a una impotente armada estadounidense. Nunca lo sabremos.
El 16 de Julio se rindió ante los americanos Santiago de Cuba, la que había sido la capital colonial hasta el momento. El 25 EEUU desembarca en Puerto Rico, encontrando resistencia española y finalmente obteniendo una costosa victoria.
La flota yankee del Pacífico había recibido la orden de realizar ejercicios de tiro hasta nueva orden. En el puerto británico de Hong Kong esperaban órdenes de dirigirse a las Filipinas, Guam y Palau, posesiones españolas en éste océano.
España; derrotada, humillada y relegada a ser una nación de segunda para unas cuántas décadas accede a firmar el Tratado de París el 10 de Diciembre. Práxedes Mateo Sagasta, progresista presidente del gobierno cede a EEUU la Isla de Cuba, las Filipinas y UAM renunciando a su derecho territorial sobre tales islas. Palau, Micronesia y demás pequeñas islas son vendidas al Imperio Alemán por 25 millones de pesetas de la época. Esta humillación y el fin del Imperio es la conocida como Desastre del 98, y marcaría todo un período artístico en España, una generación literaria, una visión nostálgica del ya antiguo Imperio y una insostenibilidad de la restauración monárquica. Los separatismos surgidos en el siglo XIX se consolidarían, al desaparecer la idea de España como imperio y como potencia colonial. España vuelca ahora su escasa capacidad de influencia en África, manteniendo el Rif, el Sáhara Occidental y la Guinea española como posesiones coloniales.
Fernando Salazar
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