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lunes, 27 de febrero de 2012

Ahmadineyad se la juega en las elecciones legislativas del 2 de marzo.


Mahmud Ahmadineyad está a punto de enfrentarse al principal órdago en su vida política: medirá sus fuerzas con el líder supremo, el ayatolá Jamenei. Las elecciones legislativas del próximo 2 de marzo son toda una prueba de fuego que mostrará el apoyo real del presidente iraní. Unos comicios que se celebran bajo la sombra de la guerra con Israel y Estados Unidos.
Desde las pasadas elecciones presidenciales de 2009, en las que el mandatario se hizo con el poder a pesar de las acusaciones de fraude y las multitudinarias manifestaciones en el país, los enfrentamientos con la cúpula religiosa del país han sido cada vez más directos.
El punto de inflexión llegó el pasado abril cuando Ahmadineyad tuvo que readmitir, por orden expresa del líder supremo, al ministro de Inteligencia, Hedar Moslehi, tras haberlo despedido. El presidente boicoteó las reuniones del Gabinete durante más de una semana. Un gesto que se tomó como una falta de respeto hacia los ayatolás.
Desde entonces, decenas de asistentes de Ahmadineyad han sido arrestados o expulsados de la política del país, mientras que algunos críticos llegaron a asegurar que el presidente estaba bajo los efectos de un hechizo de magia negra realizado por su mano derecha, Esfandiar Rahim Mashaei.
Pero la gota que colmó el vaso, sobre todo de cara al exterior, fue la petición del ala más conservadora del Parlamento de interrogar a Ahmadineyad por su supuesta mala gestión económica, algo nunca visto desde la llegada del islamismo radical al país.
Ahmadineyad es ya un ser casi insignificante para el líder supremo, que llegó a poner sobre la mesa la posibilidad de acabar con la presidencia para regresar a la imposición de un Gobierno elegido por el Parlamento. Y no es el hecho de no gobernar lo que le preocupa al presidente, pues el año que viene finaliza su mandato y, según la normativa, no podrá presentarse. Ahmadineyad ya tenía a su delfín preparado, Mashaei. Sus vínculos no son sólo profesionales; la hija del mandatario está casada con su hijo.
Todo apunta a que este tendrá que enfrentarse al nuevo protegido de los religiosos, el actual presidente del Parlamento, Ali Larijani, quien aprovechó las horas bajas de Ahmadineyad para promover las medidas en su contra en la Cámara iraní.
Pero el mandatario, que conoce muy de cerca este juego –su alianza con los ayatolás le llevó a derrotar al ex presidente Mohamed Jatami en 2005– no está dispuesto a rendirse y ha decidido sacar su lado más agresivo. Sabe que sólo con una postura ultranacionalista podrá hacerse con el apoyo del pueblo, lo que explicaría sus cada vez más amenazantes declaraciones en defensa del programa nuclear iraní. Algo que la mayoría de la población del país apoya, incluida la oposición verde.
Lo que quizá Ahmadineyad no podía imaginar es la contundente respuesta, en forma de sanciones, de la comunidad internacional. La crisis cada día es más crítica en la República Islámica. La tasa oficial de inflación se sitúa en el 21%, aunque los más críticos al mandatario la sitúan en un 50%, la moneda iraní ha perdido la mitad de su valor y la situación sólo puede empeorar, pues, a partir del próximo 1 de julio, entra en vigor el embargo de petróleo aprobado por la UE a Teherán.
En tan sólo unos meses, el país que vive de su crudo, verá reducido a la mitad sus exportaciones diarias de petróleo. Una situación desesperada que aumenta la tensión y hace más real la posibilidad de un conflicto con Occidente, ya que, según los analistas, Irán puede verse obligado, ya sin opciones, a tirar la primera piedra.
Todo menos rectificar, porque la República Islámica no piensa, de ningún modo, abandonar sus aspiraciones nucleares. Eso sería mostrar su debilidad y, por tanto, podría acabar debilitando al régimen y provocando su caída.
Pero, crisis aparte, lo cierto es que Ahmadineyad está consiguiendo cierta unidad en un pueblo que se pregunta por qué otros países pueden armarse nuclearmente y ellos, por contra, se encuentran ya con los tanques casi a las puertas de sus fronteras.
El pueblo iraní mostrará su apoyo a Ahmadineyad en las urnas mientras EE UU ve “realista” el ataque de Israel.




Fuente: La Gaceta (www.intereconomia.com)

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