El repertorio de Messi es inagotable. Ante el Atlético no necesitó realizar un partido memorable para rescatar al Barça de un lío en el Calderón y de un problema aún más serio en el campeonato. Le bastó con regalar unos cuantos fogonazos decisivos para seguir manteniendo en pie su dictadura. No tuvo bastante con amagar con un gol bien anulado. Ni siquiera con ayudar a agujerear el colchón atlético en el tanto de Alves. Con empate a uno, y la cuesta demasiado empinada por el ardor de un rival bravo, se sacó de la manga una falta precisa con nocturnidad y alevosía. Courtois, el Madrid desde casa y el mundo enteró por la tele se puso en manos de una barrera que nadie había pedido y que la 'Pulga' burló. Genialidad, mazazo y victoria. La Liga se guarda más emociones.
La obsesión del Barça hasta ese momento había sido no acelerar el juego. Sabe que en la locura suele reinar el Atlético. Guardiola ordenó un juego con la misma posesión de siempre aunque con mayor protección que nunca. No quiso robos que propiciaran las contras ni asumir los riesgos ya patentados mientras buscaba petróleo. Es el don de atacar pensando en las consecuencias. Y lo logró, salvo cuando el lamentable estado del césped, seco a rabiar, trabó la circulación; y en el momento en el que el Atlético despertó para recordar que sabe jugar mejor de lo que ofreció durante la primera media hora.
El nuevo estilo culé a domicilio gusta bastante menos por previsible y lento, pero se adapta mejor al precario tono físico de algunos jugadores blaugranas, así como a los planteamientos timoratos del rival. Antaño, el equipo de Guardiola te machacaba de salida y ahora, por los achaques, suele sacar adelante los partidos por la vía del desgaste y gracias a los poderes de Valdés. Ya sólo en el Camp Nou es matemáticamente fiel a su estilo. La tradición manda y exige. Por eso, cuando equipos como el Atlético son incombustibles y se resignan a morir, sufre demasiado para convencerles de su suerte. El Barça estaba acostumbrado a dominar con suficiencia. Y ahora a aplacar sublevaciones.
Un Atlético enrabietado
El Atlético, por su parte, también tenía una misión clara: replegarse para tapar las avenidas interiores y salir raudo al espacio cuando pudiera. El plan no era malo. Se esperaba. Aunque obviara que cuando más ha sufrido el Barça en este curso han sido las noches en las que le han buscado arriba. Como en el segundo tiempo. Sin embargo, a la estrategia le faltó mayor temple en la transición defensa-ataque. Diego es mucho Diego. Para suplir su baja, Simeone arropó el centro del campo con un aderezo de fuerza a veces desmedida que agitó al rival y cargó de amarillas a sus soldados.
Así, con un equipo obsesionado por tener el balón y el otro por robarlo, las mejores ocasiones fueron obra del Barça al principio. Luego la historia cambió radicalmente. Xavi tuvo una nada más empezar y luego otra en una preciosa falta directa. Entre medias, Messi volvió a sacar a pasear la mano de Dios para poder culminar un eslalon maravilloso que tantas veces firmó sin ayudas. La insistencia obligó al Atlético a ofrecer algo más a su afición y tras una de sus escasas salidas nocturnas, el Barça recuperó y armó la contra con huecos. Con las consecuencias que ello acarrea. Messi encaró a la defensa, abrió a Cesc cuando los centrales le salieron y éste puso en bandeja el 0-1 a Alves.
Gran reacción local
El Atlético jamás había estado con el resultado adverso desde que Manzano se exilió, así que su respuesta era un interrogante. La respuesta fue magnífica. Muy del 'Cholo' futbolista. El equipo decidió llegar buscar a Valdés con decisión. Y no sólo por las exigencias del guión, sino porque le sobra calidad, aunque cada vez que halló premio fue por errores del Barcelona. Tras un gazapo de Valdés al salir por arriba, Falcao casi hace el primero. Y más tarde, en una mala cesión de Busquets, Adrián, Arda y el propio Radamel a punto estuvieron de copiar el gol del Barça. El árbitro también pudo señalarle un penalti a favor.
El descanso pudo variar las intenciones, pero las acentuó. El Atlético salió igual de ambicioso y empató con justicia. Llegó en un córner, con un mayúsculo error de Puyol y Busquets en el despeje y con un remate a bocajarro de Falcao. Después, el Atlético pudo voltear el resultado. Perdonó cuando parecía que el campeón de Liga iba a ser designado antes de que se fabricara el trofeo. Y lo pagó. Messi en estado latente es demasiado peligro. Pudo aparecer por una galopada de las suyas. Pero no. Decidió que esta noche fuera recordado por pillo. Otro don que unir al jugador con más virtudes.
Fuente: AS (www.as.com)
lunes, 27 de febrero de 2012
Messi permite al Barcelona seguir aspirando a la Liga.
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