2 de Enero... y nos sentimos orgullosos de seguir siendo españoles - La Nación Digital

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lunes, 2 de enero de 2012

2 de Enero... y nos sentimos orgullosos de seguir siendo españoles

Los autoproclamados como “defensores de la libertad y la democracia” (evidentemente porque se han colgado ellos solitos esa etiqueta; si por los demás fuera, no pasarían de ser meros aspirantes a tiranillos de pacotilla) suelen llenarse la boca hablando de la maravillosa “libertad de expresión” que tenemos en España, remitiéndose siempre al artículo 20 de la actual Carta Magna (la ley “sagrada” de esa versión actual de la prostituta de Babilonia bíblica que conocemos como democracia liberal).
Relacionada con la “libertad de expresión” tenemos la “libertad ideológica”, que supuestamente nos otorga el derecho a defender los postulados que queramos por las causas que consideremos más razonables y sin que demos explicaciones a nadie.
Pero lo que dice el papel constitucional, al revés de lo que sucede en estos tiempos con la mayor parte de la población, “va a misa”. Para desgracia de los pocos que nos oponemos al pensamiento “políticamente correcto”, algunos individuos de nuestra sociedad se consideran moralmente autorizados para señalarnos cuáles son los límites a esos mismos derechos que nos han vendido y la base ideológica “correcta” sobre la que medir nuestros pensamientos.

No es ningún secreto decir que, a día de hoy, declararse estar orgulloso de ser español es un acto “políticamente incorrecto”. Vivimos en una sociedad donde el marxismo ha desaparecido casi como doctrina política y económica, pero culturalmente ha dejado una ponzoña ideológica que se ha convertido en el resentimiento y la vergüenza del español medio hacia su pasado, aquello que le hace ser quien es y que forma parte de sus circunstancias vitales. Para esas personas, acomplejadas e indignas de ser españolas (si es que se consideran como tal y no como apátridas o “ciudadanos del mundo”), nuestro pueblo únicamente se ha dedicado a cometer supuestos genocidios, unos tras otro, a quemar “librepensadores” y a ser la mayor escoria de la Humanidad.
Por suerte, gracias a Dios, no todos los españoles somos iguales. Algunos estamos muy orgullosos de nuestra identidad histórica porque la consideramos una parte más de nosotros y ansiamos por conocer cada detalle de la misma, por mínimo que sea.
No podemos sentirnos avergonzados por nuestra Historia. España evangelizó un continente entero, expandiendo una de sus lenguas por medio mundo y llenando las páginas de los libros de Historia de gestas y epopeyas de todo tipo; fue el martillo de los herejes protestantes que dividieron a Europa tras la Reforma de Lutero y se ganó la enemistad de varios pueblos, como el judío o el inglés, por erigirse en la defensa de la Santa Cruz de Cristo sin tenerle miedo alguno a la espada, uno de los símbolos más viriles y heroicos que ha lucido el hombre a lo largo de los tiempos.

¿Pero en qué momento exacto nace España? Es difícil establecerlo. Una nación es un proyecto en común llevado a cabo por una comunidad humana y no puede cifrarse en un momento exacto de la Historia. No obstante, siempre puede observarse el proceso por el cual va tomando forma; y, en el caso español, podría considerarse la gestación de España como aquel periodo conocido como Reconquista, después de un engendramiento llevado a cabo por varias tribus prerromanas, la Roma Imperial y, en menor medida, el pueblo visigodo.
Tras siglos de lucha, y gran cantidad de sangre derramada, España termina de reunificarse con la toma de Granada en 1492 y la anexión de Navarra a Castilla en 1512.
Probablemente, la entrada de los Reyes Católicos en el último bastión musulmán que hubo en suelo hispano puede considerarse como uno de los hitos históricos más importantes y decisivos, de cara al futuro, de toda nuestra Historia. El final de la Reconquista supuso el comienzo de la expansión española allende los mares y el comienzo del periodo más glorioso de España.

Podrán llamarnos lo que quieran, montar toda la algarabía posible y lloriquear como feministas ante la puerta de una iglesia. Pero jamás podrán hacernos sentir culpables por el orgullo que sentimos de ser españoles y de recordar un hecho histórico como la toma de Granada, porque no somos criminales; en cambio, ellos sí que deberían sentirse avergonzados por rechazar y denigrar los momentos más decisivos del pasado de su pueblo.
Hoy, 2 de Enero, es una fecha para el recuerdo y el futuro. Nuestros antepasados nos demostraron que al enemigo siempre se le ha de hacer frente. El tiempo pasa y el método de lucha puede variar, pero el adversario siempre seguirá siendo el mismo o similar. En este caso, el islam siempre será uno de los principales oponentes de España y todos los pueblos europeos. No podemos permitir que vuelvan a invadir nuestra tierra.
La estupidez de una gran parte de nuestros compatriotas no podemos pagarla todos. Los musulmanes, al contrario que el español medio, son gente muy orgullosa de su cultura y no se desprenden de ella; además, tienen un sentido de supervivencia envidiable que les hace traer al mundo una larga progenie que continúe con los objetivos de su pueblo.
España, por mucho que esto desagrade a algunos, es la que es gracias a la toma de Granada del 2 de Enero. Y ahora nos corresponde a los españoles del presente el que vuelva a ser la misma.

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