El Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, mantuvo el miércoles una polémica artificial con Rosa Díez, bastante seria y firme en su parlamento, sobre los propósitos del Gobierno en relación a la ilegalización de las coaliciones “Amaiur” y “Bildu”, a fin de impedir, mediante fraude de ley, la continuidad en ellas de los partidos ilegalizados Herri Batasuna, Euskal Herritarrok y Batasuna. El ministro ha explicado la postura del Gobierno a este respecto, calificando a la banda asesina como un problema no tanto policial, sino político, haciéndole el juego semántico a la política antiterrorista heredada y, peor aún, a los mismos proetarras. De ahí sus declaraciones de reconocimiento, suficientes para preocuparse.
Para la mayoría de los españoles ETA sigue constituyendo un problema de terrorismo, aunque este gobierno no lo quiera reconocer. La banda separatista sigue poseyendo abundantes armas, zulos e información sobre objetivos y la Audiencia Nacional mantiene decenas de órdenes de búsqueda y captura contra asesinos etarras. Pero es que además, la banda mantiene una amplia base social y un puñado de pistoleros descontentos con el proceso. "Txeroki" no es un arrepentido, y como este asesino hay varios más. Sabe dónde están las armas y tienen voluntad de matar. De Juana Chaos, sigue fugado, y muy posiblemente reconstruyendo la infraestructura etarra en el extranjero. Tan sólo les hace falta esperar el momento adecuado.
Escisiones como la del IRA Auténtico de 1997 se nos antojan como muy posibles en un momento político-social como el actual. Y no hace falta recordar las mil y una treguas incumplidas con sangre de inocentes. Las autoridades han errado al recortar en seguridad privada, pues amenazas de terrorismo callejero siguen sucediéndose. La tensión mafiosa persiste. En muchas localidades de Guipúzcoa, hace unos meses y en plenas elecciones municipales, los abertzales se mostraban desafiantes, amenazantes y coactivos. Queda lejos todavía ese pueblo en paz, armonía y buenas intenciones que pretenden presentarnos los nacionalistas y el tándem PSOE-PP.
El gobierno debe ser cauto, mantener las alertas, y no olvidar que trata con una mafia separatista de asesinos cuya credibilidad es nula ¿Queremos paz? Pues acción policial y acción judicial:
-Cadena perpetua para los terroristas, haciéndoles cumplir íntegramente sus penas, como efecto disuasorio para posibles relevos y como medida para hacer justicia a las víctimas. Porque sin justicia, no lo olvidemos, nunca puede haber paz.
-Colaboración y eficiencia en la persecución del delito por cuanto atañe a las Fuerzas de Seguridad. La acción de las mismas solo debe corresponderse con la legalidad, no con las componendas políticas.
-Ilegalización de las "marcas blancas" etarras y disolución de los consistorios donde gobiernen. Al delincuente se le castiga, no se le premia.
Los falangistas hablamos claro
Fuente: Web de FE-JONS (www.falange.es)
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