Empieza a resultar complicado encontrar una forma diferente a la anterior de contar lo que sucede en un derbi entre el Real Madrid y el Atlético. Da igual la ruta que escoja cada uno para llegar al partido. El Madrid siempre acaba sonriendo y el Atlético desesperado. Son ya once años los que lleva el Atlético sin ganar al vecino y tanta calamidad la alimentan tanto las virtudes madridistas como los enormes defectos rojiblancos, tan repetidos que asusta su reiteración. Despejaron el camino Benzema y Özil y cerró el paso a cualquier intento de reacción del rival Casillas, con otra actuación memorable. Apoyado en la seguridad de su portero y en la contundencia de su pegada, el Madrid resolvió el choque.
El Madrid lo hizo todo en el partido. Ganó en lo táctico, en lo mental, en lo físico y en lo futbolístico. El Atlético compareció tarde, como acostumbra en estos duelos, y cuando se dio cuenta de dónde estaba ya perdía 0-1.
La primera batalla, la de los entrenadores, la ganó por goleada Mourinho, que salió con un trivote con el que arropó tanto a su equipo como desnudó al rival. Pobló el centro del campo con Xabi Alonso, Lass y Khedira, más la ayuda de Özil en la derecha y Cristiano en la izquierda, se aseguró el control del balón y del partido y ahogó la débil línea de creación del Atlético, que habitualmente ya crea bien poco.
El primer cuarto de hora fue un vendaval del Madrid, que arrolló al Atlético, tan aturdido como desorientado y despistado. Totalmente fuera de sitio, los de Quique fueron superados sin oponer la más mínima resistencia. En el primer minuto, una contra llevada por Marcelo la terminó Benzema disparando fuera. A los cinco minutos fue Cristiano quien puso a prueba a De Gea con un potente y lejano lanzamiento de falta. La siguiente llegada fue de Khedira y después fue Lass el que perdonó después de una gran acción individual. Todo en diez minutos de ritmo trepidante. Quien no perdonó fue Benzema, que recibió un buen pase de Khedira, se coló entre los dos centrales y definió con maestría ante De Gea.
Con el gol, el partido dio un giro. Espabiló Quique, que adelantó la defensa, juntó las líneas, mandó a Elías a la banda derecha y a Reyes a la izquierda, y reaccionó el Atlético. Surgió la inmensa figura de Agüero, que apoyado por Reyes lideró una ofensiva que murió en las manos de un Casillas insuperable, excelente toda la noche. Reyes en dos ocasiones, Agüero en otras dos y Godín se estrellaron y se desesperaron por igual ante el inspiradísimo Iker.
Ese intento de reacción la comenzó a apagar Casillas y la enfrió por completo Özil con el segundo gol. Fue apenas superada la media hora, cuando un buen pase de Khedira, que firmó una gran primera parte, permitió a Benzema romper la defensa del Atlético. El envío del francés, desde la derecha, no alcanzó a rematarlo Cristiano, derribado por Ujfalusi, y en la continuación de la jugada el pase de Marcelo lo convirtió en gol Özil, ayudado por la 'cantada' de De Gea. Mientras un portero lo paró todo, el otro colaboró a hacer más grande la distancia en el marcador. Una diferencia insalvable.
El Atlético salió con otro aire de los vestuarios, con Koke en el sitio del intrascendente Elías, pero la gigantesca figura de Casillas se encargó de desactivar todos sus ataques. La víctima favorita de Iker volvió a ser Agüero.
Las ilusiones del Atlético se fueron desvaneciendo con cada ataque y la frustración acabó por dominarle conforme se le fue agotando el aire. Pese a la insistencia del Atlético, el Madrid apenas sufrió y en cada llegada llevó más peligro que su rival. Al frente de esas maniobras estuvo siempre el genial Özil, que completó una segunda parte formidable, y estuvo bien secundado por Cristiano, al que volvió a sobrarle egoísmo, y Benzema, el primero en la presión y el socio de todos en cada ataque. Otro buen partido del francés, que fue el primero en ser sustituido por Mourinho. Ocupó su sitio Adebayor poco antes de que un agotado Cristiano dejara su puesto a Di María.
El partido se presumía cerrado o al menos eso parecieron transmitir los entrenadores con sus siguientes cambios. En un bando, Diego Costa sustituyó al desafortunado Forlán y en el otro, Arbeloa entró por Lass, pasado de revoluciones en muchos momentos y que se fue del partido con una amarilla que bien pudieron ser dos.
No parecía quedar mucho por hacer, salvo ver pasar los minutos. Pero los grandes siempre se rebelan contra su destino. Y nadie es más grande en el Atlético que Agüero, que un arranque de fútbol consiguió batir a Casillas y provocó que el Madrid viviera los últimos cinco minutos con una angustia que nunca tuvo antes. Emoción para un mismo final, para llegar al destino de siempre, el que habla de una nueva victoria del Real Madrid.
Fuente: AS (www.as.com)
domingo, 20 de marzo de 2011
Casillas acaba con el Atlético de Madrid en otro derbi con color blanco.
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