THOR NO HA MUERTO: VIVE PORQUE YO QUIERO, PORQUE DE LA VOLUNTAD NACEN LOS DIOSES |
En artículos y comentarios anteriores he afirmado que Ayn Rand es una marxista cultural. No lo es en actitud para consigo misma (o quizá sí, presa del feminismo), pero sí lo es cuando se trata de proyectar toda esa ideología dañina al resto de los mortales. Algo muy judío por otro lado: mestizaje para vosotros, pero no para nosotros, respeto a nuestra cultura, pero no a la vuestra, que carece de pureza… Y si no aceptamos las normas impuestas por los individuos seguidores de la religión más racista de la tierra y de la historia, sino no obedecemos al pueblo más excluyente, represor y victimista que ha habido en toda la historia de la humanidad… si no aceptas lo que proviene del amo, eres un nazi antisemita, un genocida y un delincuente.
En Metapedia hay un excelente artículo sobre el marxismo cultural, su lectura es obligatoria: MARXISMO CULTURAL; pero no es únicamente obligatoria, es necesaria para poder entender este artículo y la propia realidad vigente, una realidad que, como he dicho en otros post, se circunscribe en un contexto histórico bajo la configuración de unidad (simbiosis o reparto de rolles sociales) del marxismo y del liberalismo, es decir, en la convergencia de ambos capitalismos, creando la más sádica de las ideologías totalitarias de la historia: EL MUNDIALISMO (conocido también como globalización).
El marxismo cultural es lo que se ha venido a denominar “lo políticamente correcto”. En realidad es mucho más. El marxismo cultural supone un llamamiento al combate, un combate cultural. Si bien los marxistas no han ganado en el terreno económico a su rival capitalista, el liberalismo, bien pueden darse golpes de pecho atribuyéndose la victoria cultural. El éxito de los marxistas culturales, con su origen en La Escuela de Frankfurt, ha sido por varios motivos, pero sobre todo por una casi nula resistencia y absoluta sumisión. Es por ello que Europa y el resto de los pueblos blancos viven en una situación lamentable.
El marxista cultural tiene como misión amputar al hombre el orgullo por su historia y sus valores, quiere destruir la cultura particular de cada pueblo. Para ello una manada de teóricos o ingenieros sociales se pusieron en marcha para invertir los valores europeos y del resto de los pueblos blancos. Surge el mal de conciencia por ser blanco, se inocula la culpa en el devenir histórico. El hombre de occidente (no lo uso bajo mi semántica –el imperio judeonorteamericano-, sino bajo la semántica actualmente aceptada) no volverá a estar orgulloso de su pasado, más bien se sentirá culpable, se sentirá opresor: todo lo que no sea blanco es bueno, el hombre occidental es malo.
No puedo resistirme en no criticar el concepto Occidente. Es evidente que la Occidente de hoy no tiene nada que ver con el Occidente de ayer. Hoy occidente no es ni de lejos lo que fue. Hoy vivimos, si acaso, una fase más de su destrucción. O Europa y los pueblos blancos reaccionan o definitivamente los valores de familia, matrimonio, etc. en su sentido sano y natural, perecerán para posteriormente sumirnos en el caos total, donde las sociedades dejen de ser libres por no tener presencia alguna, por devenir inexistentes, imponiéndose el totalitarismo marxiano-liberal, que dominará al hombre atomizado, es decir, al hombre sin vínculos, desarraigado… al que hoy llaman libre. Esta distopía, que parece destinada a realizarse, parece surgir de las novelas de Huxley, de Orwell o de Michel Ende.
Para destruir nuestros valores estos marxistas culturales no cejarán en su empeño de introducir cada vez más inmigrantes en nuestro suelo, de darles todas las ayudas sociales, en defender culturas extranjeras y condenar las oriundas de su propia tierra; defenderán lo feo, lo deforme, lo macabro… lo bello perderá su significado profundo, convirtiéndose en mero fetiche comercial, en reclamo publicitario. Defenderán la libertad de expresión y a la vez te encadenarán por practicarla… ¡diciéndote que tú no utilizas correctamente la libertad de expresión! Hoy la libertad no es libertad, al menos no es la libertad que queremos los identitarios, es la libertad basada en la norma de los marxistas culturales. Defenderán al imán y condenarán al cura, preferirán lo innatural a lo natural y espontáneo, al “travelo” antes que a la mujer. Más que nunca vivimos en un mundo de ogros. Y no bromeo. Thor fue engañado por un gigante –al cual podríamos denominar ogro por su naturaleza subhumana– llamado Utgardhaloki. Thor era un Dios ingenuo, un Dios voluntarioso, defensor de todos los hombres de Midgard (tierra media). Estaba sujeto a las pasiones y a las mismas debilidades de los hombres. No es de extrañar que fuera tan venerado por nuestros ancestros o “primos” europeos del norte, pues en él se veían reflejados. Utgardhaloki era un rey gigante que humilló a Thor al no haber sido éste capaz de afrontar tres pruebas que le había sugerido: beberse el hidromiel que le habían servido en un cuerno (pero el hidromiel no se agotaba nunca), levantar a un gato (que no pudo levantar en su totalidad) y enfrentarse a una vieja en una pelea (cayendo el vigoroso Thor derrotado). Tras la humillación que sufrió Thor, Utgardhaloki reveló al ingenuo Dios el motivo de su fracaso: el cuerno estaba unido a los océanos; el gato era en realidad la serpiente que rodeaba el mundo, Jormungander; finalmente, la anciana era la misma Vejez, a la que nadie puede vencer.
Yo comparo a Utgardhaloki con los marxistas culturales. Los ingenuos europeos, humillados y derrotados, seguimos el juego de los ogros y de los gigantes “inclinados hacia abajo”. Siempre perderemos pues ellos hacen trampas. La trampa de los marxistas culturales es el lenguaje. Con él han convencido al hombre occidental de que lo bueno es esto y que lo malo es esto otro, que lo que fue bueno era en realidad malo y que lo que era malo era en realidad bueno. Han convencido al hombre noble e ingenuo de que él lleva en sí el mal y a un represor, incluso han convencido a generaciones enteras de blancos de que son culpables de las supuestas matanzas perpetradas por los nazis. Todo lo que detestas o no toleras es por prejuicio, “pruébalo”, te dirá el marxista cultural. La homosexualidad es natural, el matrimonio entre hombre y mujer es algo anacrónico que potencialmente “condena” a la mujer (pues en cada casa hay un maltratador y un machista en potencia), pero sin embargo el matrimonio homosexual es un derecho que se debe defender a ultranza. Si defiendes la maternidad de las mujeres blancas u occidentales (y he aquí una buena distinción, pues si todo lo que parece blanco no es blanco, todo lo occidental no es blanco) eres un anticuado, pero deberás ver con buenos ojos que la gran parte de las ayudas, como dinero, pañales y ropa de bebes, acaben en manos de las madres subsaharianas o marroquíes que llevan cinco hijos a cuestas: y doy fe de ello, he visto a mujeres de origen magrebí cargadas de niños -¡españoles del futuro!-, cuando una mujer española sólo puede permitirse el aborto, esa medida para con la libertad femenina. Gracias, marxistas culturales, sois el bien del mundo… pero yo me regodeo en el mal. ¡De nuevo, pseudo-cristianos postmodernos (marxistas culturales), se cumplen las antítesis “bueno” y “malvado”! Yo soy el malvado, Daorino “el malvado”. Otros me han llamado demonio, pero me gusta más malvado, suena más gótico. Y los que son como yo de malvados formamos parte de todo lo bueno, de todo lo bello y de todo lo heroico, y me enorgullezco de que mi estirpe provenga de latidos tan voluptuosos. Pero pasemos al meollo, creo que ya he dejado claro qué es y qué se propone el marxismo cultural, y si no lo habéis entendido siempre podréis leer la información de obligada lectura de Metapedia, cuyo enlace está casi al principio de este artículo.
Ahora toca hablar de Ayn Rand. Cuando se trata de señalar personalidades del marxismo cultural siempre se habla de Max Horkheimer, Marcuse o Erich Fromm, pero hay otras personalidades –sin duda menores– como Ayn Rand, que sin pretenderlo, o son estandartes del marxismo cultural o están envenenadas por dicha ideología. Y bien, tengo que decir que una de las “virtudes” del marxismo cultural es que una vez inoculado el veneno éste se extiende como la pólvora. Si os fijáis, España está repleta de y colmada por Estébanes Ibarras y Bibianas Aidos, incluso por Zeroleros o por pseudofachas, derechistas y progrefachas como los del PP y Minuto Digital. Todos ellos son marxistas culturales de una u otra forma, ya sea inconscientemente, queriendo o no queriendo; sólo que lo hacen sin cobrar, gratis: son los denunciadores, los perros guardianas, la defensa pretoriana del marxismo cultural. Desde aquí les digo a todos –me enfrento a un buen porcentaje de la población española y a más de siete millones de inmigrantes– que no podréis con la fuerza de la bestia rubia, una vez despierte. Un nuevo comienzo se avecina a lo lejos, los identitarios trabajamos para posibilitar ese comienzo, un comienzo que quizá no veamos: ante nosotros se abre un abismo, un abismo decadente y oscuro, pero no nos rendiremos jamás.
En wikipedia he encontrado mucha información sobre Ayn Rand, información que animo a que sea leída para que el lector saque sus propias conclusiones. En esa enciclopedia virtual la escritora es muy querida. El propio Jimmy Wales, fundador de wikipedia, se ha declarado profundo admirador de Ayn Rand, así como otras personalidades. Un buen ejemplo es Angelina Jolie, quien se dedica a adoptar niños de Camboya, Etiopía, etc., seguramente imbuida por toda esa ideología sobre la que ya nos hemos extendido bastante. Es que la chica tiene dinero. Las españolas, cuando quieren hijos se compran un perrito. Patético, ¿verdad? Riámonos al menos, que no quebrante nuestro ánimo tanta decadencia.
Si existe un elemento común entre el marxismo cultural y Ayn Rand es la LIBERTAD. Pero la libertad entendida bajo una perspectiva vaga. Para éstos la libertad supone “todo lo que hagas es válido siempre y cuando sea políticamente correcto”, y ya hemos visto qué es lo políticamente correcto: auto-odio, culpabilidad, destrucción de valores occidentales, sodomía, caos, etc.
Transcribiré de wikipedia (copiar y pegar) esos fragmentos que considero convierten a Ayn Rand en una marxista cultural:
- Ayn Rand defendía la total libertad a la hora de producir, distribuir (sólo a adultos) y consumir cualquier tipo de drogas, a pesar de condenar radicalmente su consumo como un atentado contra lo más valioso que tiene cada individuo: su mente. Como afirmó repetidamente, la libertad, si nos tomamos el concepto en serio, supone también la libertad para equivocarse, y, si alguien quiere tomar drogas, la libertad para suicidarse.
- Ayn Rand defendía el derecho absoluto a las mujeres a abortar si así lo deseasen, ya que cada individuo tiene un derecho absoluto sobre su vida y su cuerpo.
De ello se deduce que defender la promiscuidad, el consumo de drogas y la libertad de todo favorece la destrucción cultural y la desestructuración social. Esa defensa del aborto atenta contra el principio de la vida, así como el derecho de todo ser –aunque sea embrionario– a desarrollarse. El hecho de que una cultura consienta en el aborto libre demuestra su debilidad. Por último, eso de la “libertad para equivocarse” es, en el mundo de hoy, sin guías ni nadie que marque el camino, donde todo el mundo NO ES dueño de sí, arrojar a muchos miembros de una sociedad por el abismo. Además, es un absurdo, nadie se equivoca libremente, nadie quiere equivocarse. Son los pasos, las pautas sociales y las patologías que de ella derivan, las que nos empujan al error. Decir que uno se equivoca libremente es como decir que libremente atropellé a un perro.
No obstante, he de destacar que Rand condena el consumo de drogas. De ello deduzco que es una marxista cultural sin saberlo. De todas formas he de poner algo a favor de esta escritura judía (por lo que está en negrita):
-Ayn Rand defendía el derecho absoluto a distribuir, entre adultos, cualquier tipo de texto o medio audiovisual, incluida propaganda nazi, comunista o pornografía (que aborrecía, al considerarla como un atentado contra la sexualidad y el buen gusto, pero cuyo derecho a ser producida y distribuida defendía vehementemente). Sostenía que «las ideas no delinquen», y que sólo se debían castigar los actos delictivos. Afirmaba que cualquier intento de que el estado limitase la expresión de ideas «erróneas», «equivocadas» o «peligrosas» sólo podía terminar en una censura total de las ideas «impopulares».
Este fragmento también ha sido extraído de wikipedia. Como conclusión: si algo podemos destacar de Rand es que al menos ella fue consecuente cons sus ideas o intentó serlo.
Ahora juzguen ustedes, ¿es Ayn Rand, aunque sea involuntariamente, de la misma forma que lo es involuntariamente la mayoría de las personas que conforman la sociedad, una marxista cultural? A mi modo de ver SÍ.
ANGELINA JOLIE, EL ORGULLO DE TODO MARXISTA CULTURAL |
Sin más, ¿a qué nos quiere llevar el marxismo cultural? Sin duda el marxismo cultural quiere dominar las mentes de la misma forma que el liberalismo el cuerpo. Una el espíritu, la otra la fuerza de trabajo. Hasta este punto hemos llegado los hombres modernos, gobernados por ideologías decadentes y poco viriles. No obstante, hago una última reflexión:
“El triunfo pleno del marxismo cultural llegará cuando el hombre carezca, es decir, haya sido desposeído, de todo vínculo, que es por lo que todo hombre lucha. Entonces, el combate cultural habrá llegado a su fin. ¡Es el fin de la historia que preconizaban los primeros marxistas y los más teóricos! ¡El fin de todos los tiempos, la paz eterna, el fin de las contradicciones! ¡Triunfo del igualitarismo, del mundialismo y delirios de grandeza ante un mundo reducido a lo mismo! Llegados a este punto, sólo quedará algo parecido a un hombre: un cuerpo con forma humana. Éste, sin patria, sin madre, sin padre, “sin sangre”, sin voluntad, sin dioses… El día que lleguemos a final tan tenebroso pensaré que el mundo se ha acabado. Aunque suponer cierta posibilidad de “poder pensar” llegado momento tan estelar, es sólo producto de mi odiosa esperanza; odiosa es mi esperanza al creer que aún muchos –al día de hoy –puedan pensar y ser realmente libres, es decir, que puedan despojarse del marxismo cultural. Un hombre que se despojara de ideología tan libidinosa reobraría cierta consciencia, supondría una segunda muerte –la de su vida anterior– y el comienzo de una nueva vida. YO LO CONSEGUÍ.”
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